Con frecuencia, los actos de Donald Trump revelan mucho más de lo que en realidad él escribe o dice. Con frecuencia proyecta sus maldades e inseguridades en otros, asumiendo que ellos «son iguales a él», y muchas veces el sentido «oculto» de sus acciones se revela tan claro como un libro abierto.
Recientemente, el ex presidente presentó una demanda para proteger algunos de sus registros de la Casa Blanca del escrutinio del Comité Selecto de la Cámara que investiga la insurrección del 6 de enero. Eso era de esperar.
Lo que Donald no esperaba es que ahora todos tenemos claro exactamente qué documentos está tratando de ocultar de la vista de los miembros del comité vean. Esa lista de 13 páginas de documentos dice mucho sobre la insurrección misma y los intentos del propio Trump de socavar la legitimidad de las elecciones presidenciales de 2020.
Primero, el actual presidente, Joe Biden, se negó a invocar el «privilegio ejecutivo» para proteger los documentos, afirmando que solo un presidente en ejercicio puede invocar tal privilegio. Además, tal principio no puede ser aplicado a una investigación de acciones delictivas graves, como la sedición, pues en este caso «no sería lo mejor para los intereses de los Estados Unidos«. Y luego, la Administración Nacional de Archivos y Registros se opuso a la solicitud de Trump de mantener los registros en secreto.
Los Archivos Nacionales, en respuesta a la demanda de Trump, han enumerado los registros a los que él se opone a que se hagan públicos y son exactamente el tipo de documentos que una parte culpable querría que se retengan de cualquier investigación y que una parte incorrupta no tendría ningún problema en usalos para probar su inocencia.
“Billy Laster, director de la División de Enlace de la Casa Blanca de los Archivos Nacionales, escribió que entre los documentos particulares que Trump ha tratado de bloquear se encuentran 30 páginas de ‘diarios presidenciales, horarios, información de citas que muestran a los visitantes de la Casa Blanca, registros de actividades, registros de llamadas y listas de verificación de cambio de turno de la centralita que muestran las llamadas al presidente y al vicepresidente, todas específicamente para el 6 de enero de 2021 o que abarcan el 6 de enero de 2021; 13 páginas de ‘borradores de discursos, comentarios y correspondencia sobre los eventos del 6 de enero de 2021; y ‘tres notas escritas a mano sobre los eventos del 6 de enero de los archivos de (el ex jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark) Meadows’ ”, informa The Associated Press.
“Trump también trató de ejercer el privilegio ejecutivo sobre las páginas de la ex secretaria de prensa de la Casa Blanca Kayleigh McEnany sobre los puntos de conversación y las declaraciones ‘principalmente relacionadas con acusaciones de fraude electoral, seguridad electoral y otros temas relacionados con las elecciones de 2020’. Otros documentos incluyen una nota manuscrita de los archivos de Meadows ‘que enumera reuniones informativas y llamadas telefónicas potenciales o programadas sobre la certificación del 6 de enero y otros asuntos electorales’ y ‘un borrador de Orden Ejecutiva sobre el tema de la integridad electoral’ ”, agregó AP.
“Otros documentos incluyeron una nota manuscrita de los archivos de Meadows ‘que enumera las reuniones informativas y las llamadas telefónicas programadas o potenciales sobre la certificación del 6 de enero y otros asuntos electorales’ y ‘un borrador de Orden Ejecutiva sobre el tema de la integridad de las elecciones’”.
Recopilar los documentos solicitados por el Comité Selecto de la Cámara es una tarea enorme, según Laster, quien señaló que los Archivos Nacionales se vieron obligados a encontrarlos utilizando documentos en papel, ya que los registros digitales de la Casa Blanca de Trump no están disponibles hasta agosto.
Al día de hoy, Laster afirma que los Archivos han podido identificar «varios cientos de miles de registros potencialmente sensibles» de correos electrónicos de la Casa Blanca de Trump de los aproximadamente 100 millones enviados o recibidos durante su administración, y estaban trabajando para determinar si algunos de ellos pertenecían a la solicitud de la Cámara.
En el más típico estilo de Trump, su demanda para impedir que los documentos sean entregados al comité, afirma que la solicitud es una «expedición de pesca ilegal e irritante» que no estaba «atada a ningún propósito legislativo legítimo«, y argumenta que es inherentemente inconstitucional permitir que un presidente en ejercicio renuncie al privilegio ejecutivo de un predecesor pocos meses después de que este hubiese dejado el cargo.
Los múltiples -y esperemos que infructuosos- intentos de Trump de obstaculizar la investigación de la insurrección del 6 de enero, combinados con su continua promoción de la ‘Gran Mentira‘ acerca de que perdió debido a un fraude electoral para el cual no ha podido proporcionar una pizca de evidencia legítima – parece sugerir que los materiales que desea suprimir contienen pruebas contundentes de su participación en la planificación de la violencia ese fatídico día, o al menos de su complicidad en no prevenirla y detenerla.
Tengamos la esperanza de que el Departamento de Justicia de Biden haga un seguimiento rápido de este caso para que el comité pueda tener acceso a todas las pruebas que necesita para hacer que las personas detrás de la insurrección rindan cuentas al más alto nivel. Si así lo hacen, tanto el Presidente como nosotros aplaudiremos con gusto.