Hay más de 420 partidos políticos registrados en los Estados Unidos, con una extraordinaria variedad de puntos de vista ideológicos y plataformas políticas. Dos de ellos, el Demócrata y el Republicano tienen la mayor cantidad de miembros, mientras que los demás van desde unos pocos miles hasta unos cuantos cientos.
Según encuestas de la prestigiada Gallup, recogidos por Ballotpedia, en el 2003 el 56% de los estadounidenses adultos consideraban que los partidos existentes hacían un buen trabajo, aunque el 40% decía que se requería un Tercer Partido grande y fuerte. En el 2016 sólo el 37% de los posibles votantes estaba satisfecho con la labor de los dos grandes partidos y el 57% insistía en un nuevo partido. Hoy, los números de desaprobación son mucho mayores y lo mismo sucede con el clamor por la tercera gran opción política: 13% está contento con el sistema y 62% clama por un nuevo partido.
El problema es que el sistema ha sido diseñado para mantener un duopolio partidista que se turna cada cierto tiempo en el poder, estando unas veces en la Casa Blanca y otras en la oposición, con diferentes variantes de control de la Cámara y el Senado. Se han hecho muchos intentos de organizar una tercera entidad fuerte, tratando de captar no solo a los que hoy militan en las filas demócratas (48 MM) o republicanas (36 MM), sino a los Independientes (35 MM) , que sin ser un partido establecido, son de hecho la tercera fuerza en número. También destacan el Partido Independiente Estadounidense (715 M), el Libertario (710 M) y el Partido Verde (246M).
En medio de esa tendencia ya tan común a la necesidad de romper el duopolio, tenemos los con frecuencia no tan bien intencionados llamados a un partido de centro, ubicado en un «área» política que denominan «el medio blando». Algunos políticos astutos se aprovechan del apasionamiento y alto nivel de división del electorado para proponer políticas «tibias«, «intermedias» o «moderadas«.
El más reciente ejemplo de estos intentos es la fusión de tres organizaciones en una versión renovada del centrista Forward Party (Partido de ir no a la derecha y no a la izquierda, sino hacia delante, «forward» en inglés) del millonario de la tecnología Andrew Yang, quien no hace mucho dijera: «Estados Unidos necesita urgentemente un nuevo partido político, uno que refleje la mayoría moderada y de sentido común«. Aunque tiene razón en insistir que la «mayoría de los votantes no se sienten bien representados«, solo están tratando de capitalizar oportunidades en un entorno fracturado y altamente polarizado, donde la violencia política es ya parte de la vida cotidiana estadounidense.
El camino hacia soluciones «intermedias«, hacia la «moderación tecnocrática» y el mal llamado «centro político» es altamente peligroso porque nos aleja del activismo político mientras promueve el conformismo social. Y, por otra parte, suena bonito a muchos, hasta que llega la hora de definirse, de explicar concretamente QUÉ ES. Veamos algunos ejemplos:
MEDICARE PARA TODOS: si fuéramos a considerar (aunque es erróneo en su esencia comparativa) que un extremo quiere mantener todo el sistema de salud privado y el otro extremo quiere socializarlo, entonces ¿Cuál sería el medio o la solución moderada? Quizás que en vez de tener 27 millones sin seguro médico, tengamos solo 13.5 millones. O que en lugar tener 60 millones de personas que no pueden pagar los costosos medicamentos y tratamientos, tengamos solo 30 millones. O que en lugar de los abusivos precios de los medicamentos, que algunos van desde varios cientos hasta varios miles, bajarles un 40 o un 50%, con lo cual en vez de tomar sólo una vez al día la medicina que el médico te recomendó cada 6 horas, la tomes cada 12, aunque de todas maneras no te haga mucho efecto.
EDUCACIÓN ASEQUIBLE: pues si un extremo fuera privatizar toda la educación y el otro, socializarla, entonces el «medio«, el famoso «centro» quizás sería, que en vez de pasarte 20 años endeudado una vez terminas la Universidad, te pases solo 10 o 15 años dependiendo de las aves de rapiña de la jungla financiera.
SALARIO DIGNO: si un extremo fuera pagar lo menos posible y el otro pagar un salario ajustado a la inflación. ¿Cuál sería el centro? Quizás que la gente «de abajo» siga sin poder acceder a la canasta básica, pero que pueda comer frutas y vegetales al menos un par de veces a la semana.
Y así podemos seguir ridiculizando ese intento de alejarnos de nuestra verdadera lucha si abordamos puntos como EL CONTROL DE LAS ARMAS, o EL DINERO CORPORATIVO SUCIO EN LA POLÍTICA, o LA BRUTALIDAD POLICIAL, entre muchos otros. ¿Dónde esté el justo medio, dónde realmente está la posición «moderada» que podría ser aceptada por todos los estadounidenses?
Todo esto es una utopía mal manejada para lavar cerebros. Comenzando porque los poderosos, de buena gana, jamás aceptarán ceder su parte, ni siquiera porque no quieren, sino que dada su esencia de clases no pueden, pues necesitan de la explotación, de los altos precios, de los monopolios, de la compra de políticos y leyes, etc. para mantener su status social y su poder.
Y quizás por un tiempo nos puedan convencer a los trabajadores de aceptar migajas, pero a la vuelta de los días o de los meses la gente se dará cuenta de nuevo de lo miserablemente INJUSTO de la sociedad en que vivimos. Y ahí está la clave: no se trata de soluciones «radicales» o «moderadas«, de «derecha» o «izquierda«.
Se trata de JUSTICIA SOCIAL o de INJUSTICIA SOCIAL. No hay un medio, no hay un centro, no hay una posición moderada. Algo es justo o es injusto. Es como con la verdad: las medias verdades no son verdades, son medias mentiras.
Hoy más que nunca está presente la LUCHA DE CLASES. Los poderosos usan todos los trucos de la enciclopedia de estafas sociales para hacer que rechacemos el concepto, para robarnos nuestras conquistas sociales (como quieren hacer si logran privatizar la Seguridad Social) e impedirnos que logremos otras. Al final, lo que realmente quieren es impedirnos avanzar. Por ello, el partido de Yang y secuaces en vez de ser el Partido que va hacia delante, debería llamarse Partido del retroceso histórico o del estancamiento. Los «moderados» y «centristas» también son EXTREMISTAS.
Incluso, sería acertado decir que de todos los extremistas, estos MODERADOS son los peores. Y no sólo nos confunden y nos apartan del objetivo, sino que nos mantienen en el craso error de juzgar las ideas dividiéndolas en «radicales y extremistas» y «moderadas y centristas«. Encontrarnos a «mitad del camino» puede ser bueno en los desplazamientos geográficos y ser moderados es algo genial en parte de la vida cotidiana, pero nada de eso sirve en la política y mucho menos como rasero de la Justicia Social, que es por lo que tenemos que luchar.
La «moderación social» falla incluso en elementales conceptos humanos y sociales. Alguien que me diga como se puede ser moderado o centrista con respecto a una violación, o respecto a los tiroteos masivos, o a la avaricia desmedida de las corporaciones, al racismo y la discriminación, o al esclavismo y la corrupción. Cuando alguien te venga a promover «moderación» y «centrismo«, pídele que te defina las cosas con peras y manzanas, con cifras y ejemplos concretos… ya verás qué sucede.
Para terminar, sí necesitamos un TERCER PARTIDO. Pero no uno de ese centro que generalmente no existe y con frecuencia se mueve a conveniencia. Necesitamos una ideología ciudadana de Justicia Social. Ese debe ser nuestro faro y guía. Todo lo demás, como dirían hace muchos años Mina y Alberto Lupo, solo son «Parole, parole, parole, tan solo parole…«