Cada Siglo su Propia Pelea

Antes que plantearnos el peliagudo tema del SOCIALNETISMO, debemos recordar que la gran pelea de siglos entre Capitalismo y Socialismo ha estado marcada por una feroz lucha de clases. En el siglo XXI, esa lucha no ha desaparecido, pero independientemente a la clase a la que las personas pertenezcan o con la que se identifiquen, la irreconciliable contienda parece ser entre la mentalidad conservadora y la mentalidad progresista, diametralmente opuestas.

Los grandes paladines de la primera (sujetos diversos con intereses en el mundo corporativo y personas en su mayoría de escasa educación o bajo nivel cultural) han satanizado todos los adjetivos que caracterizan a «la izquierda» –liberales, socialistas, progresistas– y los han sinonimizado con el que para ellos es el «peor» de todos: «COMUNISTA«, bajo cuyo paraguas agrupan a casi todo lo que pueda haber de positivo en el mundo, pero presentado como el dañino y malévolo Lucifer.

Cualquier persona que se identifique con alguno de esos adjetivos, enfrentará el rechazo no sólo de las élites y sus lacayos, sino también de mucha gente buena, confundida, manipulada y mal informada después de décadas de perversas campañas billonarias. En tal entorno, la izquierda de todo el mundo está necesitando un CALIFICATIVO igual de fuerte, pero menos «quemado«, menos vapuleado que «Socialismo«, aunque muy similar en sustancia y materialización, para enmarcar la antítesis del capitalismo salvaje al que estamos expuestos.

Es en este entorno que surge el término SOCIALNETISMO, que no es la convergencia de los dos grandes sistemas en disputa, ni la simbiósis de las virtudes y logros de cada uno, sino la resultante de la evolución creativa de los ideales del socialismo global en el siglo XXI, tanto en lo económico como en lo político, a partir de las nuevas tecnologías y la reorganización de la sociedad, a un nuevo nivel, en redes, sub-redes y mega redes.

En otras palabras, en EEUU y parte del mundo, si nos auto proclamamos «socialistas» ya tenemos garantizada la animadversión de quienes piensan que conocen ese concepto cuando lo único que realmente conocen es la «versión manipulada» del mismo. Sin embargo, si nos proclamamos «socialnetistas«, quizás podemos lograr que nos escuchen, y hasta que se sientan atraídos por «el mismo perro, pero con diferente collar«… Pero vamos por pasos.

Nuevo Paradigma o Nuevo Término

Nuestras generaciones, las de quienes vivimos el día de hoy, independiente a la edad de cada uno, tenemos el deber de encontrar un camino, una solución. Tenemos la obligación moral ante las nuevas generaciones de construir un mundo mejor, quizás no con igualdad, pero sí con menos desigualdades y mayor énfasis en el progreso y la justicia social. Para ello tenemos que evolucionar y revolucionar todo, menos los principios de apego a la clase trabajadora y los que menos tienen.

Por múltiples razones que abordar en este espacio sería distraernos, el socialismo o llamado «Comunismo de la Unión Soviética y Europa del Este«, fracasó. El «Socialismo del Siglo XXI«, también por muchas causas, entre las que destacan serios problemas de gestión y la férrea guerra que enfrenta por parte de los poderosos y el neoliberalismo mundial, no acaba de despegar como una alternativa viable y totalmente convincente para ser aceptado como la solución a un cúmulo grande de necesidades materiales y espirituales.

Los tan mentados «modelos«, -el escandinavo, el vietnamita, etc.,- tampoco resultan lo suficientemente fuertes y atractivos como para movilizar la fuerza de las grandes masas en pos de construir una sociedad mejor. Como ya insistimos arriba, en algunos países de Europa, y sobre todo en EEUU, la sóla defensa de principios de Justicia Social bajo la palabra «socialista» basta para invalidar casi cualquier proyecto social y la carrera de casi cualquier político. Si no me crees, pregúntale a Bernie Sanders.

En medio de esto, tenemos que entender que el problema que enfrenta el 90% de la población mundial es global, y por tanto la Revolución que dará al traste con esa ya agobiante situación, ha de ser también GLOBAL. Y parece que también muy DIFERENTE. Cuáles son y hasta donde llegan las «diferencias» de ese proceso, nadie lo puede determinar todavía con total certeza, Incluso no sabemos si se trata de un «nuevo paradigma» o simplemente de renombrar la integral resultante del mismo paradigma clásico de Evolución vs Revolución, o de Evolución, Evolución, Evolución y luego Revolución.

Lo único que tenemos claro es que hay que comenzar por encontrar un nombre, un TÉRMINO con un alto carácter utilitario, que no haya sido tan atacado y vapuleado, que no provoque tanto rechazo inicial, y que nos ayude a ir cambiando el salvajismo y la desigualdad creciente del sistema capitalista actual, para hacerlo más humano, más distributivo, menos salvaje y menos dependiente del llamado «mercado libre» (donde «libertad» no puede ser ni equivalente de «descontrol«, ni mucho menos, de «libertad exclusiva para las élites«).

Podemos evadir esa responsabilidad, pero entonces la implacable historia nos pasará la cuenta, si no es que los del «otro bando» usan primero la guadaña y se nos adelantan en perfeccionar sus grilletes.

Tema Difícil Representarse el Futuro

Es un terreno difícil, amigos míos. Si fuera fácil, ya se habría encontrado la solución ideal. La clave «simplificada«, quizás, está en entender la macro correlación de las palabras y los procesos de «producción» y «distribución«. Hasta lo que sabemos hoy, la propiedad privada y la libre competencia estimulan el proceso productivo y la innovación, pero en su esencia generan un ambiente «anti-distributivo«, pues la única manera de que las corporaciones se mantengan competitivas es haciendo crecer constantemente el valor de la participación de sus accionistas, por tanto, la distribución de la riqueza se enfoca, lógica y fundamentalmente, en los accionistas.

Y los intentos de construir socciedades basadas en ideales socialistas, no han sido eficientes en su arista productiva, aún cuando plantean un esquema distributivo muy tentador… con dos grandes problemas: 1) si no hay suficiente producción, no puede haber distribución; y 2) si tal distribución mejorada tiende al «igualitarismo» y alimenta el burocratismo extremo, se convierte en un freno al trabajo y la innovación.

Parece, y de hecho es, un trabalenguas, pero es posible entenderlo. Ahora bien, lo que Galbright, Bell, Sorokin y otros plantearon en su momento era tomar lo mejor de ambos sistemas en un tipo específico de simbiosis, lo cual también fracasa, porque al mezclar peras y manzanas, la fruta que se obtiene no sólo tiene un sabor extraño, sino que pierde sus propiedades genéticas de defensa como sistema vivo.

Algo similar, aunque más complejo, pasa en la sociedad. Por eso es que, parece ser (y Zeus me libre de creer que tengo la última palabra) que la solución está no en la simbiosis, sino en la evolución progresista y progresiva dentro del capitalismo actual, logrando una transferencia condicionada tanto de la propiedad (o al menos de una parte importante de ella), como del poder político real, a los productores de la riqueza.

Entonces aquí viene lo que quizás sea un poco más novedoso, más acorde a los tiempos en que vivimos: esa transferencia no tendría que estar obligatoriamente y prioritariamente basada en el estado moderno, -como en algunos tendecias de ciertos países de la Europa capitalista o de los proyectos socialistas vigentes en Asia y Latinoamérica-, sino en la diversidad de redes sociales autónomas y autodirigidas que ya hoy han comenzado a hacer valer su voz en la sociedad actual.

Y hacemos énfasis en las palabras AUTÓNOMAS y AUTODIRIGIDAS para evitar sinonimizarlas con Facebook, Twitter y otras plataformas regidas por un algoritmo casi tan salvaje como el capitalismo que las engendró.

El vocablo inglés para definir una «red» es «net» y de ahí surge «netism» o «netismo» en español.

El SocialNetismo: Hasta Donde lo Vemos Hoy

No es posible en tan poco espacio abarcar tan complejo tema de manera integral. Quizás en mi nuevo libro, «El SocialNetismo: Apuntes Inconclusos Sobre un Futuro Muy Incierto«, que verá la luz a mediados del 2022, pueda arrojar un poco más de claridad sobre el asunto, pero luego de +30 años estudiando este fenómeno , lo único que al final del camino he logrado entender, en mi infinita ignorancia, son dos cosas: 1) lo complejo que es; y 2) que una sociedad imperfecta, pero mejor, más humana, menos caníbal, más contructiva y sustentable, ES POSIBLE, no es una utopía…, si dejamos de ver la solución a los problemas viejos con las mismas viejas herramientas y retóricas.

Para terminar este breve acercamiento, voy a compartirles SIETE tesis inconclusas:

  1. La complejidad de este tema se enreda aún más, cuando quienes lo estudiamos comenzamos a introducir una enorme madeja de términos colaterales, de disgregaciones sobre términos, de retórica que sirve para defender tesis doctorales, pero no para gestionar complejos procesos humanos. La sociología relacional basada en redes es, por demás, de incipiente estudio.
  2. En la sociedad siempre ha habido redes, pero las nuevas tecnologías de la comunicación y la colaboración llevan el concepto moderno de «red social» a un nuevo plano cualitativo y a una nueva perspectiva de participación social.
  3. El caracter multivariado de la organización social en redes hace muy complejo su estudio, su comprensión e incluso su propio desarrollo y desempeño. Las redes no son «químicamente puras«, pues un mismo individuo o grupo de individuos pertenece a diversas redes, con frecuencia con intereses opuestos, -totalmente o en parte-, entre algunas de ellas.
  4. Las redes sociales tienen un gran reto: superar el paradigma entre el yo y el otro, el yo y «los demás«, entre obligación y libertad (que no son dos conceptos opuestos, sino coexistentes y complementarios).
  5. Lo que estamos viendo hoy es la punta del iceberg de una organización social tanto más compleja como más colaborativa. Y con más poder. De ahí la insistencia de los «poderosos tradicionales» en potenciar sólo el lado tecnológico y comunicacional de las redes obviando la relación con el poder político; su intención por restarles valor o convertir todo en un «metaverso» de aislamiento sicológico y sociológico donde ellos sigan imponiendo «la ley y el orden» para su exclusivo beneficio.
  6. Es posible que la «gran Revolución social» del futuro no tan lejano se lleve a cabo por estas redes, cada vez más empoderadas y conscientes no sólo de su papel histórico, sino precisamente de su poder político, que puede y debe traducirse en reformas estructurales en la economía y las formas de propiedad.
  7. Esa Revolución, aparte de liberarnos del absurdo poder de las élites globales, tendrá que liberarnos también de los algoritmos de redes como Facebook, Twitter e incluso Google y sus múltiples tentáculos. Las masas han de crear sus propias redes, sin algoritmos manipuladores y controladores al servicio de la clase actualmente dominante. Ahí comienza el verdadero Socialnetismo, donde la Demo-cracia tiende a ser suplantada por la Neto-cracia y la Libertad se traduce ante todo como colaboración en pos del bien común del individuo y los múltiples grupos o redes a los que pertenece.

Nota Final

Soy un revolucionario global y un socialista convencido, pero si el reconocimiento de esa última cualidad me hace menos efectivo en mi lucha por la Igualdad y la Justicia Social entonces prefiero presentarme como SOCIALNETISTA, pues en esta enorme contienda, no se trata sólo de ser aceptado, sino ante todo, de convencer a otros, de movilizar a la mayor cantidad posible de clase media y trabajadores, ya que sin esa masividad, ni podemos enfrentar consecuentemente al Gran Capital, ni mucho menos podemos soñar con ganar.  Y GANAR es la palabra de orden.