Faltan cuatro días para que se cumpla el primer año del fatídico ataque al Capitolio, que dejó varios muertos, muchos heridos, centenares de personas traumadas y la democracia americana herida para siempre.
Luego de varios meses sin poder tomar la decisión correcta, el Congreso de los EEUU formó una Comisión investigadora para esclarecer todo lo sucedido aquel día. Semana tras semana han entrevistado a más de 300 testigos, recolectado decenas de miles de documentos y viajado por todo el país para hablar con funcionarios electorales que fueron presionados por Donald Trump y algunos de sus facilitadores.
Los Republicanos hicieron hasta lo imposible por no permitir que se formara la Comisión y hasta lo indecible por torpedearla, pero en estos momentos, ese Comité, o Comisión, está ya listo para difundir sus hallazgos.
En un país «normal» (si es que existe todavía alguno), los hechos se expondrían de una vez y se tomarían las medidas correspondientes. En la Meca de la manipulación, con un país tan fuertemente dividido y con tanta gente «poderosa» involucrada, la comisión enfrenta el gran desafío de intentar persuadir al público estadounidense de que sus conclusiones son creíbles y se fundamentan en hechos.
Por ello, esto será también un proceso largo y seguramente controversial. Durante los próximos meses, los integrantes del panel comenzarán a revelar sus hallazgos en el trasfondo de las persistentes labores del ex presidente y sus aliados por encubrir los disturbios y rechazar las insinuaciones de que el mandatario ayudó a instigarlos.
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Será difícil, pero los nueve legisladores que integran la Comisión— siete demócratas y dos republicanos — comparten el compromiso de contar toda la historia del 6 de enero, y planean audiencias televisadas y reportes que sacarán a la luz sus descubrimientos.
Su objetivo no es sólo sacar a la luz la verdadera magnitud de la revuelta, sino también establecer una clara conexión entre el ataque y la descarada presión de Trump sobre los estados y el Congreso por revertir la legítima elección de Joe Biden como presidente.
“El panorama completo saldrá a la luz, a pesar de las labores actuales del presidente Trump por ocultarlo”, dijo la representante por Wyoming Liz Cheney, la vicepresidenta de la comisión y una de dos integrantes republicanas.
“No creo que exista una sola área de toda esta historia de la cual no nos estemos enterando de nuevas cosas”, comentó.
Si bien los hechos fundamentales del 6 de enero son conocidos, la comisión asegura que la extraordinaria cantidad de material que han recolectado — 35,000 páginas de documentos a la fecha, incluyendo mensajes de texto, correos electrónicos y registros telefónicos de personas allegadas a Trump — arrojan detalles críticos sobre el peor ataque al Capitolio en dos siglos, uno que se transmitió en vivo por televisión.
Ellos speran llenar los espacios vacíos sobre los preparativos de cara al ataque, el financiamiento de la marcha previa y la enorme campaña de la Casa Blanca por revertir la elección de 2020. También investigan lo que Trump hacía en el momento en que sus simpatizantes se abrían paso hacia el Capitolio.
Hay algo importante que el público estadounidense tiene que entender. En este país, las investigaciones del Congreso no son causas penales y los legisladores no pueden impartir sanciones o castigos de ningún tipo, por lo que la rendición de cuentas va a ser complicada.
Incluso mientras la comisión realizaba sus labores, Trump y sus aliados han seguido promoviendo mentiras acerca de un fraude electoral que nunca existió y trabajan para asignar en todos los niveles de gobiernos estatales y locales a funcionarios que compartan esa misma idea.
“Creo que el desafío que enfrentamos es que los ataques contra nuestra democracia continúan — no finalizaron el 6 de enero”, dijo otro integrante del panel, Adam Schiff, demócrata por California y presidente de la Comisión de Inteligencia de la cámara baja.
De cualquier forma esperan presentarle al público un exhaustivo recuento que capte lo que pudo ser una “crisis constitucional mucho más grave y profunda”, según Cheney.
“Creo que esta es una de las mayores investigaciones del Congreso en la historia”, puntualizó.
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