Hoy viernes 6 de Mayo, alrededor de las 10.50 am se escuchó una horrible explosión y colapsó buena parte del edificio del Hotel Saratoga en La Habana, habiéndose reportado hasta el momento de publicarse esta nota 8 muertos (actualización de las 8 pm: la cifra ahora asciende a 22) y varios heridos. Llegue a los familiares de los fallecidos nuestras más profundas condolencias y a los heridos nuestro pronto deseo de recuperación.
Por fortuna, si es que es posible utilizar esa palabra cuando se trata de una desgracia que sesga vidas humanas y afecta la economía de un país que lucha por recuperarse de los efectos de la pandemia del siglo, el hotel se encontraba en reparaciones y mantenimiento y no había turistas. Las víctimas fueron trabajadores del lugar y transeúntes.
Las autoridades cubanas han dado ya su versión oficial de los hechos, asegurando que se trató de una fuga en unas tuberías de gas, aunque la investigación habrá de determinar si se trató de deterioro natural, negligencia o incluso si fue intencional. Miles de cubanos dignos respondieron al llamado de donar sangre para los heridos y la gran mayoría de la nación ha expresado su pesar a través de múltiples vías.
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No así los mercaderes del dolor humano, las lacras inmundas que construyen su fatídica propaganda sobre el duelo y el sufrimiento de un pueblo, en lo que tienen una vasta y variada experiencia. Son esos mismos que homenajearon a Posada Carriles en América TV como una “Leyenda del Exilio” o le aplaudieron cuando dijo “Volamos el avión y qué“. Son los que durante décadas han abogado por un criminal bloqueo que mata y que agrava las penurias y las carencias de un pueblo que preserva su soberanía para vivir y trabajar en paz.
Y son los mismos que se apuraron a difundir en redes sociales y medios alternativos las “noticias falsas” acerca de que era una bomba, intentando exacerbar descontentos y sembrar pánicos y tempestades. Son los mismos que están explotando la desgracia para culpar al Socialismo y al Gobierno de la Isla y para sembrar dudas sobre la seguridad de los turistas que visitan la Isla, en pleno conocimiento de que Cuba necesita de esos ingresos para cubrir las necesidades más básicas de alimentos y medicinas. Y de los enormes esfuerzos que hace el país para garantizar, al nivel de los países más desarrollados, la seguridad y el bienestar de quienes nos visitan.
Obvian las meretrices de la desinformación que accidentes y fatalidades, incluso negligencias y errores humanos ocurren en el mundo entero, tanto y demás en un país pobre, injustamente bloqueado y privado de las fuentes de financiamiento convencional. Ya se olvidaron de la estrepitosa caída del puente frente a la Universidad Internacional de la Florida en Marzo de 2018 en la muy conocida calle 8 de Miami, o del más reciente desplome del edificio de apartamentos Surfside en Miami Beach el 24 de Junio de 2021, cuyas investigaciones se han estancado, pues no se sabe bien hasta donde llegó la negligencia y hasta donde la avaricia de constructores y dueños para ahorrarse materiales o dinero de mantenimiento.
Lo que estás bacterias ineptas, -porque ni a cucarachas llegan,- no entienden ni pueden entender es que los pueblos dignos se crecen en la desgracia y la adversidad. El dolor no se comparte. Sólo se multiplica. Pero la decisión de luchar pese a todos los males y a todos los que desean mal, se comparte y se multiplica.
No vamos a comparar el número de víctimas fatales del Saratoga con los mencionados sucesos de Miami, pues no se trata de matemáticas y una sola vida humana es tan valiosa como todas las demás. Tampoco se puede comparar la indiferencia, el arribismo y el oportunismo de las garrapatas miamenses de Trump con la solidaridad y la voluntad de un pueblo que no se rinde ante las dificultades, no se amedrenta ante las amenazas, y jamás se detendrá ante las mentiras y la ignominia.
Pueden seguir repitiendo sus mentiras, diseminando sus odios y tratando de confundir a la gente. Al final, la verdad es como la luna, puede permanecer oculta un tiempo, pero siempre acaba estando a la vista de todos.