A veces, en estas interminables noches sin dormir, peleando por ese mundo mejor que pedacito a pedacito podemos construir, me río de algunos amigos. Lo confieso. Me río, pero no me burlo. Y eso hace la diferencia.
Me río, pero los respeto extraordinariamente. Me río y sólo espero tranquilo el momento en que se den cuenta de que, tal y como piensan, como actúan y a qué dan importancia, ellos son más REVOLUCIONARIOS y más SOCIALISTAS que yo y que muchos de los que así se reconocen, aunque -por todo lo que han vivido y lo que les han inculcado- les tengan temor a esas dos palabras.
Dos palabras que en realidad nada tienen que ver con sus temores, ni con ciertas experiencias que puedan haber tenido en el pasado o mucho menos con la feroz y muy malintencionada campaña de la derecha, sino con esa lucha por la JUSTICIA SOCIAL que la mayoría de nosotros llevamos muy dentro y que ha marcado nuestras vidas, para bien y contra todos los males.
Los nombres, los términos, las etiquetas, las dichosas definiciones teóricas y retóricas, no importan. Importa sólo la posición que asumimos ante diversos temas esenciales de la vida:
¿Queremos la Propiedad Social sobre los medios de producción como un absoluto económico? Pues seguramente muchos diremos que NO. Yo estoy convencido que los modelos que realmente funcionan no absolutizan ningún tipo de propiedad, y mientras mantienen ciertas cosas estratégicas en manos del Estado, florecen a partir de una combinación, una mezcla creativa de todos los tipos de propiedad. En principio, excepto en Corea del Norte quizás, no existe ningún modelo en el que exista un sólo tipo de propiedad.
Por otro lado, por citar solo el ejemplo de Vietnam, podemos constatar un caso muy exitoso, de un país socialista, donde se combinan creativamente diversos tipos de propiedad: estatal, privada y mixta. En Cuba, con algunos tropiezos y demoras que dependen de funcionarios, no de cuestiones sistémicas, también va avanzando el modelo de propiedad mixta… Entonces, no es la «propiedad» en sí lo que debe definir nuestra actitud hacia el Socialismo.
¿Queremos un Partido único?…, pues ya sé que muchos lectores de este diario dirán que no, al menos no uno que se erija en juez y censor de la sociedad. Pero también sé que como yo, muchos también respetan la soberana decision de quienes han optado por construir su sociedad sobre la base de un solo Partido que responde a los intereses de los trabajadores (o de dos, como es el caso de EEUU, donde al final es como si tuviéramos uno sólo, pues ambos responden a los intereses de la oligarquía), pero me inclino hacia una sociedad plural (con uno o muchos partidos), que encarne la voluntad de la mayoría, y procure satisfacer, al máximo posible, los intereses de las minorías.
Y más aún, confío en la idea de que llegue un día a existir una sociedad sin partidos y sin políticos al estilo tradicional, donde todas las decisiones puedan tomarse por la mayoría de aquellos a quienes afectan, usando la tecnología y el inmenso poder de las redes, que es la esencia del SocialNetismo. Pero nuestra posición ante el unipartidismo o el pluripartidismo, no nos hace ni más ni menos amigos o enemigos del Socialismo, pues no es eso lo que define la esencia de ese sistema.
¿Queremos una sociedad más justa, mejor distribuida, con menos explotación? ¿Queremos que la Salud y la Educación sean DERECHOS de los humanos y no un privilegio de los que tienen más? ¿Queremos que toda persona que trabaje gane un salario digno que le permita, al menos, adquirir la Canasta Básica y disfrutar, aún en diversa medida, de la riqueza nacional? Pues, ¿quién se atreve a decir que no entre personas medianamente decentes? Y eso sí define quienes somos y por qué luchamos.
¿Queremos que la mujer y el hombre, el negro, el blanco, el mestizo y el amarillo, el hetero y el homosexual, el católico, el protestante, el musulmán, el judío y el ateo ganen lo mismo por un trabajo hecho de la misma manera en igualdad de condiciones y que sean respetados y tomados en cuenta por igual? Pues ni lo pensamos para lanzar un rotundo SÍ. Y de nuevo eso define lo que somos y la razón de nuestra lucha,
¿Queremos que el Gran Capital saque sus garras de la política y deje de comprar Senadores, Congresistas, Jueces y leyes?…, en fin, ¿Queremos que la Justicia Social se imponga como Ley de la Tierra y que preservemos el único Planeta que nuestros hijos pueden heredar para criar y hacer crecer a sus hijos?
Pues si la respuesta a todas esas preguntas es SÍ, tenemos que saber que esa sociedad, ese sistema, se llama “SOCIALISMO».
Indudablemente, ESO que, en diversas formas y con diversos matices, se opone al «capitalismo salvaje» tiene muchos otros nombres, entre los que se destacan:
- Socialismo Democrático, o
- Socialismo Real, o
- Sociedad Progresista, o
- Capitalismo Mejor Distribuido, o
- Capitalismo Menos Hijoepu…, en fin, el nombre no importa, sino todas las cosas a las que dijimos SÍ más arriba.
Si reconocemos eso, vamos a comenzar a ver de una forma diferente a los que en Estados Unidos luchamos por el Socialismo, o a los países que se denominan socialistas y tienen que trabajar mucho para desarrollar, mejorar y perfeccionar sus aún muy imperfectos modelos, pero no se pliegan a las exigencias de los poderosos del mundo y han logrado extraordinarios avances en los temas de Justicia Social e Igualdad.
También nos daremos cuenta que la única manera de llegar ahí es mediante una REVOLUCIÓN, porque los poderosos, los oligarcas portadores de la infinita avaricia y los degenerados que detentan tanto poder, nos han demostrado, con creces, que jamás cederán ni un ápice de sus ventajas a no ser por la FUERZA. No podemos convencerles, pero podemos VENCERLES, sin violencia, pero con UNIDAD y mucha CONVICCIÓN.
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NOTA: En otro artículo veremos otro error que con frecuencia se comete: pensar que Revolución es siempre sinónimo de violencia, lo cual es tan equivocado como pensar que los oligarcas cederán su poderío y privilegios extremos «por las buenas«, sólo con pedírselo amablemente.