¿Te imaginas unas fiestas populares, como el 4 de Julio, la Navidad o el Año Nuevo sin alcohol? Pues hubo una época en que se intentó que esto fuera así. La Decimoctava Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos prohibía la venta, importación, fabricación y consumo de bebidas alcohólicas en todo el territorio de los Estados Unidos. Fue promulgada el 16 de enero de 1919 y estaba compuesta por tres secciones:
Sección 1. Un año después de la ratificación de este artículo quedará prohibida por el presente la fabricación, venta o transporte de licores embriagantes dentro de los Estados Unidos y de todos los territorios sometidos a su jurisdicción, así como su importación.
Sección 2. El Congreso y los Estados tendrán autoridad concurrente para reforzar este artículo por medio de una legislación apropiada.
Sección 3. Este artículo quedará sin efecto a menos de que sea ratificado como enmienda a la Constitución por las legislaturas de la mayoría de los distintos Estados en la forma prevista por la Constitución y dentro de los siete años siguientes a la fecha en que el Congreso lo someta a los Estados.
Junto a la Ley Volstead, la enmienda XVIII definió el concepto de “licor embriagador” en la nación, al tiempo que se estableció la conocida como Ley Seca.
El Movimiento de la Templanza
La punta de lanza de esta ley fue el Movimiento de la Templanza. Se trató de un grupo de personas que pedían la abolición total del alcohol y tras un siglo de lucha, sus palabras fueron escuchadas y tomadas en cuenta.
La templanza se convirtió en una plataforma del Movimiento Progresista, una organización política y cultural que surgió como reacción a la revolución industrial. Sus objetivos eran limpiar los barrios pobres, reducir a su mínima expresión la explotación infantil, hacer cumplir la reducción de la jornada laboral, mejorar las condiciones de trabajo para los obreros y dejar de beber en exceso.
Este movimiento sostenía que si se suprimía el consumo de licor, solo habría resultados positivos: protección de la familia, éxito personal, reducción y posterior eliminación del crimen y de la pobreza.
La jugada del Movimiento de la Templanza y del Movimiento Progresista fue vital para la promulgación de la Ley Seca y de la decimoctava enmienda.
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Sub Comisionado de la Policía de New York observa como vierten el alcohol en la alcantarilla.
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Consecuencias de la enmienda XVIII
Han pasado 100 años y todavía el licor sigue siendo un tema muy comentado y además controversial en los Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos legales empleados para minimizar a su máxima expresión el consumo de este tipo de bebidas y de la relativamente buena intención del proyecto; la medida tuvo un efecto contrario.
- Bandas criminales tomaron el control de la industria licorera y, de manera clandestina, traficaban el líquido embriagador. Incluso, lo comercializaban en bares clandestinos que se multiplicaron a lo largo y ancho del país. Nombres como Al Capone se marcaron en piedra dentro de la historia durante esta época.
- Decenas de miles de personas hicieron caso omiso a la enmienda decimoctava y a la Ley Seca, por lo que hoy día se considera esta normativa un fracaso rotundo que fue revocada por la Enmienda 21 el 5 de diciembre de 1933, siendo la única instancia en que una enmienda ha sido anulada.
- Por otra parte, esta enmienda ahorcó la industria de bebidas alcohólicas. En 1914 había 318 bodegas, reduciéndose a solo 27 en 1927; el licor mayorista se redujo en 96%, al tiempo que el número de minoristas legales se contrajo en un 90%
- La pérdida de puestos de trabajo e ingresos fiscales registró un elevado pico durante esta época, y se le asocia con esta enmienda.
- La Gran Depresión de 1929 fue una razón instrumental para su posterior derogación.
En la foto de portada puedes ver a un grupo de personas en un bar celebrando el histórico momento de la derogación de la controvertida disposición.
De esta forma, la Enmienda XVIII se convirtió en la única enmienda que ha sido anulada.