Temer Por la Vida: El Doctor de los «Misiles de la Libertad» vs. la Pequeña Islita Que no Conoce

OGB nació en 1965 y su familia emigró de Cuba en 1971. Tenía 6 años. ¿Cuánto recuerda Orlandito de Cuba? No sabemos. Lo que sí sabemos es que hace mucho, y por muchas razones, perdió el derecho a llamarse cubano. ¿Cuánto patriotismo se le pudo formar en poco más de un escaso lustro para luego dedicar la obra de su vida a denigrar una Patria que interpreta a su manera? Pues tampoco sabemos.

Lo que sí sabemos es que en 1990, a sus también escasos 25 años vio un filón de oro en la «lucha por la libertad de Cuba» y co-fundó el Directorio Democrático Cubano. Ya en el 2005, con más añitos, menos pelos y mucha más habilidad para los «negocios«, fundó Radio República. Ambas entidades han sido apadrinadas y muy bien financiadas por la mil veces infame NED.

En ese mismo 2005 obtuvo un Ph.D. en Filosofía en la Universidad de Miami y dejó de ser Orlandito para convertirse en el Dr. Gutiérrez-Boronat. Ahora ya podía, con toda autoridad hablar de filósofos griegos, como Empédocles quizás, y su célebre diatriba entre el amor y el odio, sólo que Orlandito ya había decidido hacía mucho tiempo que le interesaba un sólo lado de la ecuación. Uno donde Antígona, que representa la idea de que los humanos nacen para amar y no para aborrecer, jamás tendría lugar: aborrecer y destruir ya era la gran misión de su vida.

Pero sobre todo, aborrecer y tratar de destruir lo que no conoce, lo que vivió solo escasos 6 inocentes añitos (quizás los únicos que ameritan el adjetivo). ¿Pero a quién importa eso? Lo único que importa es que amar y sembrar humanidad te hace sublime, pero usualmente te mantiene bastante pobre. En cambio, odiar y aborrecer, así sea algo que no conoces, que no entiendes porque no lo viviste y que sólo existe en un imaginario de anécdotas que mezclan ficción y realidad, te eleva…, te eleva, pero no en la escala humana, sino en la línea de crédito de los bancos y el generoso patrocinio de lo peor de la tierra: NED, CIA y otras especies que, lamentablemente, aún no corren peligro de extinción. Aún.

En aras de ese odioso y jugoso filón de oportunidades, el Dr. Gutiérrez-Boronat ha protagonizado múltiples actos de «heroísmo libertario» en contra del gobierno cubano. Claro, a 90 o más millas y siempre protegido por el pasaporte de las 50 estrellas. Para tamaño heroísmo no hace falta ser tan inteligente, pero sí muy valiente. Muy.

Se necesita ser muy valiente para pedir invasión (con bombas, misíles y otras linduras incluídas) a aquella tierra, que Orlandito no conoce, pero muchos de los que también nos fuimos sí, no sólo porque allí vivímos muchos más años que Orlandito, sino porque ALLÁ viven nuestras madres e hijos, hermanos, sobrinos, amigos y nuestra gente linda del barrio.

Bombas y misiles de «libertad«. Y se llaman así, porque no importa que te arranquen un brazo, una pierna o la vida. En ese excelso momento en que te despedacen (y destrocen todo como en la foto de portada de este artículo, o en la que ves abajo) sólo debes recordar que Orlando, Orlandito, el que no conoce Cuba, el Doctor en Filosofía que prefiere ignorar las enseñanzas de Platón sobre el amor y las de Aristóteles sobra la amistad, te está mandando misiles altamente destructivos, que te despacharán para el otro mundo, mientras Orlandito cultiva aplausos, croquetas y dólares -con especial énfasis en estos últimos-, en el Miami de las desventuras.

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Así viaja la «libertad» de la mano de misiles y soldados estadounidenses

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Ahora Orlandito ha vuelto a ser noticia luego de que una anónima cuenta digital publicara la dirección de su casa y ahora resulta que Orlandito «teme por su vida«, lo que le ha dado la nota para escribir una larga canción de temores y alegatos.

Publicar las direcciones privadas de las personas es reprobable y es lo que hacen los más bajos engendros de la llamada «disidencia cubana«. Algo como eso, juega a favor de Orlandito. Sin embargo, nos preguntamos quien debe sentir más miedo, si el valiente defensor de las libertades de un pueblo que no conoce, o nuestras madres, hijos, hermanos, sobrinos, amigos o nuestra gente linda del barrio con respecto a los misiles de libertad que Orlandito lleva años tratando de enviarles.

Han montado ahora otra obra de mal teatro, otro show mediático porque la vida de Orlandito está en peligro. Los mismos canales y medios de desinformación que no mueven un dedo por el peligro que corren millones de cubanos ante la perspectiva de los «misiles de libertad» de nuestro ilustre Dr. Gutiérrez-Boronat, quien desconoce una fea verdad de nuestros tiempos: cuando un gobierno (no el de Cuba, sino cualquier Gobierno y un gran ejemplo tenemos en el de EE.UU.) te quiere muerto, simplemente te mata. Punto. Suena feo, ilegal, y en algunos casos, injusto. Pero te mata, sin armar tanto ruido. Mucho menos usando previamente una cuenta anónima que todo el mundo sabe a quien pertenece.

Más aún. OGB no tiene nada que temer, pues en cierto sentido, el gobierno cubano, y los cubanos buenos, necesitamos muy vivo a Orlandito y a otros de su augusta calaña, siendo esa también la única razón por la que vivió hasta el final natural de sus días aquel cretino que voló un avión con tantas vidas jóvenes (y mira que ese merecía mil veces la muerte): y es porque en medio de tantas necesidades provocadas por errores internos pero más que nada por el criminal Bloqueo a Cuba, en medio de carencias y penurias, una de las principales cosas que mantiene unidos a la mayoría de los cubanos de la Isla, unidos y apoyando su sistema social, es por la firme determinación de que Cuba NUNCA MÁS vuelva a caer en manos de tipos como OGB.

No intentemos cambiar la mentalidad de quienes actúan y piensan como el Dr. Gutiérrez-Boronat porque es una misión imposible: los hombres no reniegan casi nunca de lo que les da de comer, ni de las ideas que les convierten en «volubles héroes de cartón» en sus círculos de acólitos. No lo intentemos siquiera.

Mejor concentremos fuerzas y neuronas en mostrar al mundo la verdad tras la «bondad» de los misiles de la libertad de OGB y la «maldad» infinita tras la solidaridad, dignidad e integridad de un pueblo que no se rinde ante los embates de imperios y meretrices, que alimentan por igual a engendros como Orlandito.

¡Esa es una batalla que sí podemos y tenemos que ganar!