Con frecuencia buscamos inspiración en los grandes líderes y en las celebridades, pero muchas veces la fuente de inspiración la tenemos cerca, al nivel de personas comunes, -como tú y como yo- que simplemente deciden no aceptar el status quo, se enfrentan, establecen sus propias reglas y triunfan. Esa es la historia que nos motiva hoy, la de Bobbi Gib, una bella mujer que nos enseñó que los obstáculos están hechos para TRES cosas: derribarlos, saltarlos, o darles la vuelta.
La Historia de Bobbi Gibb
Cuando hace 50 años, Bobbi solicitó correr en el prestigioso maratón de Boston en 1966, la rechazaron diciendo: “Las mujeres no son fisiológicamente capaces de correr un maratón y no podemos asumir la responsabilidad”.
Entonces, el día del maratón, Bobbi Gibb se escondió entre los arbustos y esperó a que comenzara la carrera. Cuando aproximadamente la mitad de los corredores habían pasado, ella se introdujo sigilosamente a la masa de corredores, tratando de que no la notaran.
Llevaba las bermudas de su hermano, unas zapatillas de niño, un traje de baño y una sudadera. Mientras se adentraba en el enjambre de corredores, Gibb comenzó a sentir mucho calor, pero no se quitó la sudadera con capucha. “Yo sabía que si me veían, intentarían detenerme”, dijo. “Incluso pensé que podrían arrestarme“.
La Única Equivocación de Bobbi
Los corredores masculinos cercanos a Bobbi no tardaron en darse cuenta de que ella no era otro hombre. Gibb esperaba que la sacaran de la carretera o llamaran a la policía. En cambio, esa fue su única equivocación: los otros corredores le dijeron que si alguien intentaba interferir con su carrera, lo detendrían y se pondrían de su parte. Una muestra más de que las personas que “hacen cosas“, son mucho más abiertas, tolerantes y dispuestas a dar apoyo que los que simplemente se dedican a “regular cosas“.
Finalmente, ya sintiéndose segura y confiada, Bobbi se quitó la sudadera y pudo sentirse más cómoda.
Tan pronto como quedó claro que había una mujer corriendo en el maratón, la multitud estalló, no de ira ni de rectitud, sino de pura alegría, recordaba luego Bobbi. Los hombres vitorearon. Las mujeres lloraron.
Cuando llegó a Wellesley College, la noticia de su carrera se había extendido y las estudiantes la estaban esperando, saltando y gritando.
El gobernador de Massachusetts la recibió en la meta y le estrechó la mano. La primera mujer en correr el maratón terminó en el tercio superior de todos los corredores.
Memorias Para Atesorar
Cuando alguien te diga que no puedes hacer algo porque fisiológicamente, o mentalmente, no estás capacitada para hacerlo, evalúa sus argumentos, dale una pensada, quizás dos…, pero si después de eso sigues convencido o convencida de que tienes la razón, la inspiración, las ganas y las agallas para emprender el camino que otros consideran te está vedado, pues da el primer paso, luego el segundo y así hasta la meta. Que nadie corte tus sueños. Los buenos no son los que enarbolan las tijeras, sino los que despliegan las alas.
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Nota: Este artículo se publicó originalmente en WebLat – La Web de los Latinos por Mercy Martell