Todo es cuestión de perspectivas y debemos ser muy cuidadosos al respecto, sobre todo teniendo en cuenta que vivimos en un mundo de «frasecitas hechas«, que son maravillosas hasta que se las saca de contexto… y es lo que quiere significar este Meme de WebLat.
El proverbio chino original (que algunos atribuyen al gran Confucio) realmente dice: «Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida«. Sin dudas, encierra una gran verdad: hay que educar, enseñar a los hombres y los pueblos a procurar el sustento con el fruto de su trabajo y no depender de que alguien se lo ponga delante. No es la caridad, ni la asistencia social lo que hace crecer las naciones.
Sin embargo, hay situaciones y contextos muy diversos, donde esas dos señoras (caridad y asistencia) tienen cabida. En el mundo en que vivimos, muchas veces hay que alimentar primero al hambriento y luego enseñarle a pescar; hay que entender por qué tiene hambre y la composición / magnitud de las circunstancias que lo llevaron hasta ahí.
Es cierto que hay algunos, incluso muchos, que son responsables de su pobreza y su hambre, pero la mayoría de los pobres y hambrientos no son culpables de los retos que les impone la sociedad y la época en que viven, y mucho menos de no poder superarlos. Eso no resta méritos al que sí lo logra, al que se impone a los desafíos y vence los obstáculos, pero ni todos pueden hacerlo, ni todos pueden en igual medida. El «cuentecito» de que todos podemos ser millonarios es tan bueno como el de Cenicienta, sólo que los príncipes andan cada día más escasos.
Y más aún, cuando tratemos de enseñar a pescar al hambriento, recordemos que no basta con conocer el oficio, sino que se requiere tener acceso a recursos y tecnologías, que están en buena parte «acaparados» por los poderosos o fuera del alcance de los mercados masivos. Necesitamos estimular la iniciativa y el esfuerzo individual de cada uno, sin intentar hacer trajes a la medida y sin olvidar la solidaridad humana, pues los que por diversas causas logramos salir adelante no sólo tenemos el deber de enseñar, sino de apoyar a los que van detrás y ayudarles a generar abundancia, cosa bastante difícil en un mundo donde la riqueza cada vez se concentra en menos manos.
Estoy seguro de que Confucio (o el sabio que haya inmortalizado el proverbio de marras) estaría de acuerdo conmigo. Y aún cuando me considero muy lejos del erudito maestro, estoy seguro de que ambos, ante el hambriento, primero le ofreceríamos pan, luego trataríamos de entender su historia y, por último le enviaríamos a un curso de panadero, o de pescador, o de agricultor. Sólo así, Confucio y yo nos salvaríamos de ser soberana y justamente mandados a la mierd*.
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